¿No es chachi piruli este gato con exactamente cinco pies? ¿Y no tiene todo el arte el autor, que ha sabido encontrárselos?
Y si miráis bien este otro no tardaréis en decir pero Caramba, qué bien pintado está, porque realmente está tan bien pintado que más de un adulto querría esas habilidades para si, mirad el efecto pelo enhiesto, ¿cómo lo ha conseguido?, mirad las patas, mirad la harmonía de la cola y la réplica de las cuatro patas blancas en las rayas de la cola... Este gato es alucinante.
Y este quiero saber qué se ha tomado esnifado o inyectado para conseguir un colocón tan extraordinario, esos ojos como tortillas de patatas.
Fin de semana en Tavira, Portugal. Pintando a la acuarela, con amigas, enseñadas por mi amiga Cristi, fabulosa pintora. Las alumnas, una piña, ¡pintoras malas contra el mundo! . La primera noche, con un contigente reducido (Miguel, Cristi y yo) fui a un concierto de jazz un poco... particular. Nos llamó la atención y fuimos. Yo, incapaz de estar escuchando música de jazz sin hacer nada, me pasé el rato escribiendo mis impresiones del acontecimiento en un papel. Este es el contenido del papel..... .
<< “… lo que viene a significar… trompeta, en polaco.” Es una música hecha por muertos, para muertos. . El polaco de la trompeta se pone rojo como un tomate. . No, no es jazz. Son marchas fúnebres, pero con menos instrumentos. . Es el Círculo de Labradores, 1896. Las paredes, blancas con desconchones y moho. Un candelabro con todas las bombillas fundidas menos una. Un espejo ornamentado y un visillo apolillado. Dos de cada tres están dormidos. La cerveza caliente.
Faltan los murciélagos alojados en el techo. Una lucha sobrehumana para no dormirse, la mayoría no lo consigue. El pelo del segundo trompetista se ha evaporado. El parquet, carcoma, 1896. Espérate, ahora hay que aplaudir. Ya está. Algunos aplauden sin despertarse ni siquiera. No se permite fumar, o eso se intuye, porque no hay ceniceros. Pero esto sin porros sería una tortura, si fuera fumadora. Mientras tocan el batería y el bajista, el trompetista se ha quedado dormido. ¿Cómo se decía trompeta en polaco? Un hombre entra con lo que parecen dos mochilas bomba. Dos hombres en la última fila, falta de otra cosa que hacer, ligan. Los cables de los candelabros están colgados por la superficie, como en Albania. Ya te digo, esto sin porros sería una tortura.
Un bailarín, un bailarín es lo que les hace falta a esta gente.
Menos mal que tienen un bar.
La música ahora es un poco como Riders on the Storm de los Doors, sólo que en este caso el autoestopista le mata al conductor nada más subirse al coche.
Y el resto es música póstuma.
Barbas, gafas, rizos, patillas muy finitas, sobre todo muchas gafas. Una coleta solitaria. Yo soy la única que lleva extensiones. Si no llevas el jersey sobre los hombros destacas como alguien raro. Es el intervalo. Los músicos han ido al servicio, todos al mismo tiempo, ahora mismo están en la cola. Me agarro a mi cerveza caliente como un símbolo, algo que no es (como si fuera bebible). Las entradas avanzan según progresan la noche, pero nadie se queda calvo del todo. En una mesa abandonada (todos han ido al servicio), los restos de un agua mineral. Un hombre rasca la oreja. Esto es mortal. El visillo siglo diecinueve baila movido por una ligera brisa de la calle, bla bla bla. Mortal. No sé qué es peor, el concierto o el intervalo. Me voy. Acabo de encontrar mi chaqueta, Cristina se había quedado dormida sobre ella. >>
Sé que Cristi no va a querer que saque aquí la foto donde ella está dormida en primer plano con otros individuos durmiendo detrás, así que saco esta otra....
. Ah, que conste que de todas las cosas divertidas que hicimos este fin de semana, casi me quedo con el concierto de jazz como el mejor. Fue TAN surrealista... .
Los primeros días del calor, y salgo a la calle, no puedo evitarlo, con una falda puesta. ¿Habré hecho bien? Mientras camino hacia mi destino, miro a mi alrededor. Me cruzo con otra mujer, y ella no lleva una falda, lleva pantalones azules. Veo a dos mujeres, llevan pantalones azules. Veo a otro grupillo de mujeres, todas llevan pantalones azules. Empiezo a sentirme muy rara. Todas las mujeres menos yo llevan pantalones azules.
Me siento realmente conspícua e inadecuádamente vestida con mi faldita. Cuando llego al bar donde voy, la escondo (y mis piernas con ella) debajo de la mesa y de allí no me levanto. No me pondré otra faldita hasta que esté un poco más avanzado el verano.
Me parece que soy la única mujer en Sevilla que no lleva pantalones azules. Ah no, allí hay una con una falda. Y con medias de lana. Hace 32º. Me agobio y empiezo a quitarme prendas con sólo verla. . En casa, tengo unos pantalones azules, aunque no me los pongo casi nunca. Me pruebo los pantalones azules. Me van bien.
Pero me niego rotundamente a ponerme unos pantalones azules para salir. No puedo. No soy capaz. Para camuflarse en la marabunta como un ser convencional, para no decir absolutamente nada con tu ropa, para no atreverse, no mojarse, no pensar. Para eso sirven los pantalones azules. Me niego.
El día siguiente, llena de dudas e inseguridades, me pongo otra faldita y salgo a la calle. Lo sé pero no puedo evitarlo. Las primeras ocho mujeres que veo llevan pantalones azules. No, no, no te suicides todavía. Estás en Los Remedios. Alguna también lleva pantalones beige o marrones. Por lo menos cuando llego a la Alameda con todos los hippies ya no me siento rara, hay mujeres vestidas como yo. Existimos.
Ya les tenía manía a los pantalones pero ahora es una cosa imparable, arrasadora, aplastante.
Los primeros días del verano son un desajuste. Y si tuviéramos paciencia veríamos mucha gente con las mismas inseguridades e felizmente incapaces de remediarlas, somos muchos pero sólo vemos uno. .
El desenlace del culebrón de las vampiras extraterrestres vendedoras de artículos de tupperware (siento haberos hecho esperar):
Unos días después, oigo '¡rrras!' No puede ser...... es la persiana.....
Inmediatamente (bueno, después de un tiempo prudencial de unos diez segundos) me abalanzo hacia la terraza, estiro el cuello en forma de 'U' alrededor del palo que separa mi terraza de la de los vecinos y meto la cabeza dentro de su territorio.
El balcón está abierto. En el salón, hay una señora de pie y una niña sentada en el sofá en paños menores.
¡Ups!
Vuelvo a meter la cabeza donde tendría que estar.
Un poco más tarde, oigo a través de la pared, horror de horrores, una tele.
Es una familia.
No hay más misterio. . empollado y puesto por
Pau
20:21