Puente de la constitución en Salamanca. Lo hemos pasado
correteando por el Huerto de Calixto y Melibea,
tomando cervezas (y chupito de Tía María con escurridizos porteros y camareros) en la Cafetería Niebla,
en el Camelot, aparentemente bebiendo de una pecera...
o aparentemente bailando como una loca,
comprando faldas,
consiguiendo caber en el Cervantes,
consiguiendo no asfixiarnos con el calor en el hotel, que no estaba nada mal y muy bien situado,
en el bar de los niños expósitos,
tomándonos una copa con Gonzalo en el Novelty, sólo para descrubrir que es un hombre uniforme y gris, sin conversación,
en la calle de la Torre del Clavero, huyendo de unos quinquis,
no buscando la rana en la puerta (la gente viene aquí a buscar una rana que hay escondida en una puerta, pero yo es que ni consigo encontrar la puerta) (agnósica navegacional),
paseando. Diciéndole a Pastora cuánto tiempo las cosas llevan aquí. Viendo apróximadamente 9 de los 10 pisos donde yo viví en mis tiempos. Buscando alguna casa en ruinas (ya casi no hay). Encontrándonos con. Pensando en. Hablando de. Recordando. Bebiendo. Comiendo. Leyendo. Pidiendo cañassss y pinchosss. Y recibiendo racioncitas de patatas revolconas en el Edelweiss, no sé cómo no lo había descubierto antes. Genial. Mucho, sí.
Me voy a Salamanca, dentro de catorce horas, me voy a Salamanca con Pastora, a pasar el puente en la ciudad donde pasé buena parte de mi juventud, jeje, buena parte no, estoy exagerando, la juventud es muy larga y fueron dos años sumándolo todo, pero dividido en muchas estancias diferentes, 6 meses + 2 semanas + 4 meses + 1 año y 3 meses + 2 meses + 1 mes, entonces son más de dos años, son dos años y medio. Salamanca es una de MIS ciudades. (son Salamanca, Lisboa, Sevilla, Aveiro y Pau. Creo.).
Digo, antes de ir, voy a leer mis diarios, los que escribí estando allí. Porque me llenan de nostalgias felices y me vienen muchos deseos de ir y estar allí... Voy llena de entusiasmo al diario de cuando pasé un año y pico allí. Y es SUPERdeprimente, jajajaa, yo salía de un infierno (no, ni eso, me echaron de un infierno) y me metía en otro, el otro era Salamanca, sí, la ciudad donde había sido tan feliz, llegué allí (sola-sin trabajo-sin dinero-sin amigos-sin ná de ná), y fue muy duro, estaba en la ciudad que me gustaba, pero todo lo demás fue un horror. No me salía nada. Al principio sobre todo. Bueno, leo un diario y digo úf, esto no es lo que yo quería leer. Abro el segundo y veo escrito en la primera página "Este diario es una mierda igual que el último, no merece la pena leerlo, pasa al siguiente..." y me parto de la risa y digo, vale, voy a seguir mi propio consejo......
Y paso al diario que escribí cuando pasé dos meses allí en el año 95. Y (ya lo sabía pero) yo era suuuperpobre, no tenía dinero, no tenía con quién salir, snif, no encontraba trabajo y cuando encontré encontré demasiado y estaba agobiada, me hice un esguince, me echaron del piso donde estaba, con mi esguince y todo, nadie quería de mí, iba cojeando de un lado para otro, iba a entrar en un bar a comer una vez, con mis muletas, y se creían que era una mendiga, no me salían mis fotografías estenopeicas, (eso sí que mi amiga María siempre fue genial conmigo), pero vaya verano en Salamanca, tenía un novio en Sevilla que me decía que no me volviera, que me quedara allí, es que es increible, vamos, y me dije, me voy a Portugal de vacaciones.
Cosa que hice, donde me llovió casi continuamente, pasé por una serie de pensiones cutres donde me dejaban medio sorda miles de ruidos, me espantaba con ratas, cucarachas y oscuros individuos..... pensaba ¿pero qué hago yo aquí?.... turismo masoquista.... todo tan cutre, incluso voy a entrar en un sitio a desayunar porque me parece que veo un tío comiendo una tostada y cuando miro más de cerca está moviendo la boca y tiene la dentadura postiza en la mano.... desde luego terminé riéndome como una loca de esos diarios tan oscuros y horrorosos..... te hace apreciar lo buena que es tu vida ahora, y siempre me pasa igual cuando los leo, me entra un punto de euforia. El "qué mal estaba entonces y qué bien estoy ahora"....
(Después me fui a Lisboa y me lo pasé bien, volví a Sevilla, encontré piso (mejor, era una casita), dejé al novio que me amargaba la vida y empecé a exponer mis fotos en serio y conocer a gente de fotografía.... o sea que final feliz no sé pero empezó a mejorar la cosa, sí...) y me quedan más diarios salmantinos para leer y creo que en ellos sí pasan cosas buenas. Y si los llevo al viaje no me voy a aburrir en el tren, desde luego. Puede que le deje sorda a Pastora con mis carcajadas, pero aburrirme no me voy a aburrir.
Todo es posible, en cualquier momento. Olvidarte de lo malo y pensar en lo bueno, que siempre hay mucho. (Las fotos son del 2001, cuando lo pasé mucho mejor).
Quiero hacer parapente, bueno, todavía no sé si físico o emocional, lo mío es tirarme por los precipicios, definitivamente. Voy a ver si se puede hacer parapente en Sevilla (si hablo en serio). Y cómo, y dónde, y cuánto, ese tipo de cosas. Luego veré si me compensa, si lo hago. Mi estado pos-loucos avanza, estoy bien, pero de vez en cuando se asoma la silueta del aburrimiento, le veo las orejas al lobo, no soporto dos días parecidos, y tres menos, con tres me empiezo a agobiar. Porque amo y odio la soledad. Pero no, ahora mismo no hay peligro serio de aburrirme, nonoo, tengo cosas muy interesantes en el horizonte, me voy a Salamanca, a Lisboa, a una cerveza, a un concierto, una cena, a casa de una amiga, y cuando me harte me iré a Cagliari, a Frankfurt y a la Quinta do Caracol, a hacer un cursillo en Dresden, a donde menos me lo espero. Quizás no haga nada. Todavía. Quizás, quizás, quizás......
En esa modalidad estoy. En el teatro lo que hice, lo mejor que hice es que en la Escena 6 me tiré el escenario. Y es un escenario muy alto. Y había gente en contra, que no quería que me tirara, pero para mí era uno de los momentos más importantes de la obra, y para mí significaba mucho, era absolutamente necesario que me tirara del escenario. Son esos momentos que la gente está en contra pero que tú sabes lo que tienes que hacer, sabes que tienes la razón, sólo lo puedo explicar así. Los ignoré y me tiré. Había que hacer que pareciera un accidente. Y lo conseguimos, había gente del público que se levantaba para ayudarme y todo, muy bien. Gracias a Dani, que se curró la caída conmigo, cómo se podía hacer de forma sencilla, impactante y digna, para que el público no viera mis bragas. Al final se hizo en dos etapas, con dos golpes limpios, avanzo cantando hasta el borde del escenario, giro y resbala el tacón del zapato, sólo se puede hacer con los zapatos de fadista, con otros no se podría, el primer golpe es el más fuerte y me defiendo con mucha protección dentro del traje, me caigo de bruces luego giro lo mínimo hacia el vacío (o el agujero negro del proscenio, como dice Stanislavski) y me dejo caer sobre las cuatro patas, como los gatos, sobre un invisible colchón y esa parte es muy agradable, muy fácil, no tienes que hacer nada, sólo descender suavemente y plof. Lo he conseguido, me ha salido bien.
Quiero hacer cosas así, esas son las cosas que quiero hacer.