Aquí estamos las Hermanas Lumière en la inauguración de la exposición que hicimos el año pasado. Título: La Fosa Bestiaria. Performance inaugural: "Cocine sus Fotografías con Las Hermanas Lumière". Modelitos: sendos trajes de Tigre de Bengala (Carmen) y de Tigre de Siberia (yo), chaqueta y minifalda conjuntadas.
Y ¿por qué saco esto precisamente ahora? Pues que este es el blog de los buenos recuerdos, pero no sólo eso: también es el blog de la flamante actualidad y las novedades en el mundo de la moda, y anoche me he puesto esa chaqueta por primera vez esta temporada. La minifalda de tigre de Siberia no me la pongo muy mucho que digamos, porque es tan mini tan mini tan mini y tan poca falda que parece que voy a hacer la calle y si me la he puesto alguna vez para salir siempre me la he quitado otra vez en un plis-plas al verme en el espejo, aunque eso es normal, cuando yo voy a salir me pruebo por lo menos cinco o seis faldas y siete u ocho blusas, por eso siempre llego una media hora tarde.
Bueno, mi idea era de comprar unos guantes para ponérmelos con esa chaqueta, porque si la observáis bien veréis que tiene las mangas como para salir a dar una vuelta y perder la mitad de los dos brazos por congelación. Y voy con Manuela, la madre de Claudio, mi antigua suegra y actual amiga, a una guantería, además en un día en que todas las tiendas de la Calle Francos y la Calle Pajaritos tienen las mercancías sacadas a la calle en plan antiguo y toca una banda y todo, muy bonito. Y entramos en la guantería y a ver quién nos aguantaría a nosotras en la guantería. Quiero guantes de estos largos que llegan hasta el codo. Primero quiero guantes negros de terciopelo. Pero los guantes negros de terciopelo me parecen siniestros. Me pruebo otros negros y también, cojo miedo y empiezo a decir que parezco la asesina de la funeraria, que no, que no. Entonces me dan unos guantes menos negros, me los van dando en todos los matices desde gris tétrico a gris homicida, todos con un tono metalizado como de robot, y mis protestas ya eran del estilo de "estos son siniestros, y los dedos tan largos, parecen garras...", "tengo manos de robot! tengo manos de robot!" y "¡Manuela que parezco Terminator!". Pues nada, guantes blancos entonces. ¡Qué horror! Me acabo de dar cuenta de que mi chaqueta no es blanca, y yo que siempre había pensado que sí, pues vaya. Me la deslucen horriblemente. Entonces a ver con unos guantes menos blancos. No, "¡ay, ay, ay, este color no me gusta, no me gusta!" (Es que yo soy muy sensible con la escala cromática, soy artista, vamos, ejem). Vale, pues nada, otra cosa que no sea ni blanco, ni negro, ni gris. Y cristo santo que no sean metalizados, que me parece que me va a dar algo, que me da que es una prótesis. ¿Y esos, y esos de colores, sin vestigios de metales? Bueno, señora, pero los tenemos en estos doce colores .... (con un amago de mala leche ya) ... me contengo y elijo sólo tres colores, sólo tres, para probármelos .... hay unos morados que quedan la mar de bien y .... trato hecho, ocho euros con cincuenta. Los más baratos de toda la tienda. Una clienta encantada pero algo avergonzada (además el dinero era lo de menos, ni miraba el precio, por eso la señora guantera tuvo tanta paciencia conmigo creo) y el mostrador lleno de por lo menos veinte pares de guantes hasta el codo. Hasta el codo debía de estar la santa guantera ya (y si le doy estatus de santa, es que se lo merece). Les hago un poco de publicidad, tienen un slogan muy guay. Y ... para guantes divinos, ¡Pino!