lunes, 7 de julio de 2003

 

1. La enemiga más pequeña.

Se sube al wáter con dificultad; viene a hacer sus cosas. Se ha levantado por la noche y la casa está silenciosa y oscura. Ella no hace ruido, no quiere despertar a nadie. Sus piecitos no se oyen cuando tocan el suelo. Mira hacia delante, hacia atrás, de un lado para otro. No hay nadie.
De repente, oye unos golpes profundos y retumbantes. Se queda quieta. Tiene miedo. Los golpes se acercan, se oyen cada vez más fuertes, y poco a poco se convierten en un fragor insufrible, son detonaciones, la tierra tiembla.
Intenta comprender qué es, intenta razonar, pero de repente una luz lo inunda todo y ve dos columnas tremendas, enormes, una masa descomunal, ante ella y encima de ella. Está aterrorizada. Abre la boca. Pero no puede chillar.
Un aullido, una tremenda estampida y otra vez la tierra se mueve. Pero luego se da cuenta. Respira tranquila ya. Se ha ido. Probablemente no la ha visto ni siquiera. Ya puede descansar.
Pero no, otra vez los golpes, está aquí de nuevo. Otro rugido espantoso, no sabe si intentar quedarse quieta o huir.
Y de repente está luchando para respirar mientras siente que algo le quema la piel. Se cae al suelo. Corre, corre, dolor, pánico, huye, intenta esconderse. Hay una forma blanca allí, una torre, se oculta detrás y se retuerce del dolor.
Su enemigo no se va. Viene otra nube tóxica y esta vez es insoportable, la abrasa viva. Sale de su escondite y corre.
Corre y corre. Está a mitad del pasillo cuando ya desde muy cerca llega una tercera nube mortal, está casi en la puerta de la cocina, no puede más, se cae sobre la espalda, se arquea, ya todo le da igual, es igual, todo es dolor, deja de luchar, se deja consumir, se acabó todo.

2. La enemiga más grande.

Oye, Carmen, ¿sabes qué me pasó anoche?
Qué asco, tía.
Me llego a casa a las dos de la mañana y voy al cuarto de baño y levanto la tapa del wáter y hay una cucaracha allí sentada, qué asco. Y pego un chillido .... vamos, que los vecinos no sé qué habrán pensado, así que digo también bien fuerte, "una cucaracha", por si hay duda, yo qué sé ...
Qué asco, voy a la cocina a por el bote de Cucal y le echo una buena nube de Cucal. Y el corazón me hace pum pum pum, odio las cucarachas, no sé porqué me dan tanto asco. Pero se mete detrás del papel higiénico y la oigo allí, cric cric cric, pero no la veo así que le doy otra vez y ya sale de allí, menos mal. Le sigo echando Cucal hasta la puerta de la cocina y allí se cae muerta, pero habré gastado medio bote en una sola cucaracha, tiene gracia, ¿verdad? Pero jó, que asco me dan, igual que a todo el mundo, vamos. No sé qué tienen que sea tan repugnante pero a nadie le gustan las cucarachas. Qué mala experiencia.

Sí, sobrevivieron a los dinosaurios pero no pueden sobrevivir a diez gramos de Cucal.
¡Olé nuestra civilización!

Etiquetas: Mis Escritos

empollado y puesto por Pau 17:45

0 Comentarios