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martes, noviembre 29

 
Cualquier excusa es buena para coger la borrachera del siglo, y cuando ya tienes cogida la borrachera del siglo, cualquier excusa es buena para cantar la canción de la monja.

La canción de la monja, oh no...

Voy a aclarar que yo fui ganadora en Navidad 2002 del Concurso de Cante del Jueves Cultural, sí, ganadora, con una composición propia que se llama Monja a Toda Hostia y que habla de la rendición de una jovencita a los encantos del convento de su barrio.

Y como el sábado estaba con nosotros el exiliado a Portugal y también bastante borracho Errivero, se encargó de recordarme el éxito de mi canción e inducirme a cantarla de nuevo.

Cosa que hice. Es así más o menos, en parte:

Yo quiero ser
Monja a toda costa
Quiero sentir
La hostia en mi lengua,
(etc. etc.)....
Soy la monjita más sexy de España
... y tengo más hostias!
(Coros masculinos: Hostias, hostias, hostias, hostias...)
etc, etc.

Bueno, ya os hacéis una idea.

Después de cantarla varias veces a los presentes conocimos a unos chicos amantes de las artes escénicas y que eran amigos de Diego que también estaba con nosotros, aunque Diego había desaparecido a pedir más copas cuando Errivero me dice que porque no les canto la canción a ellos, cosa que hice ilusionada, aunque el amigo de Diego puso una cara un poco rara y desapareció muy pronto.

Y a esto vuelve Diego con las copas y nos dice, "Claro, es que este es hijo de un cura que se casó...."

MENOS MAL que no llegué a la parte que habla de la música y que dice "Una monja sin voz es una cosa atroz, y una monja sin guitarra es una guarraaaa...."


Aún así me parece que me voy a recluir en un convento......



sábado, noviembre 26

 
Mi presentación ha ido bien, no me salió todo gafado, voy a poner aquí algunos de los textitos que hice originalmente en portugués, no sé si quedan muy bien en traducción pero eso será porque me los sé de memoria en portugués y sé que son así y no de otra manera, cambiar de portugués a español es como bajarte de un autobús y seguir andando, es como... muy lento... y con muchas sílabas innecesarias... no sé... Los traduzco porque no quiero poner enormes trozos de portugués en mi blog, perdería a todos mis lectores menos a Heisser, Drô, Raulcasacaisequintadomorgado, ¿Geyperman? y dos o tres más.... bueno, al grano, tres textos de los 12 que había.



Amor. Hace treinta años que te miro, treinta años que te quiero dar un beso. Hace treinta años que la gente de la tienda nos quita la ropa y nos colocan diez minutos juntos en un rincón, y a veces toda la noche, en la oscuridad, eso sí que está bien! Todavía no hemos tenido maniquiítos, otros sí tienen, quizás un día nosotros también, amor. No pienses mal de mí, es sólo una pequeña reflexión sin importancia, pero después de treinta años aquí en la tienda, amor, estás empezando a quedarte calvo.



Sueño con el día que salga de aquí (por mi propio pie). El día que pueda trabajar de mano de manco. Coger las cosas, sostener un cigarro entre los dedos, acariciar a la mujer de mi dueño, dormir ocho horas en la mesita de noche, como el perro fiel y amoroso de un manco afortunado.



La tristeza inmensa de la pasarela, la tristeza infinita de una top model. Cuanta más belleza, más deseo, más demanda, más dieta, más angustia, más abstinencia, más vómitos, más veneno, más vacío.
La droga más fuerte es el hambre, la cocaína es mi amiga, la heroína soy yo.



jueves, noviembre 24

 
Algunas cosas que me han pasado y que me van a pasar:

1. En la clase, una co-alumna me ha dicho algo que me ha gustado mucho: "Te haré un steak and kidney pudding si vienes a mi casa a hablar en portugués conmigo". Bueno, sólo que odio los steak and kidney puddings. No me puedo imaginar una comida peor.

2. Dentro de una hora y cuarto voy a dar una presentación en powerpoint. No sé si va a quedar un poco siniestra, por si acaso apagaré la luz bien apagada para que realmente infunda miedo, y ya está. Y llevaré un flexo en el bolso, para ver mis chuletas. Me encanta dar presentaciones. Me encanta escribirlas y me encanta darlas. Espero que todo salga bien. Espero que no me salga todo gafado como la penúltima vez que dí una. Es que el tema es parecido. Recen por mí. Gracias.

3. He vuelto a chatear en el messenger, de estos chats que empiezas a reirte y no puedes parar, y das la lata a los vecinos durante una hora mínimo. Con Drô. Muy divertido. Pensaba que no volvería a chatear como hacía antes, debo haber superado los malos recuerdos. Puede que vuelva la normalidad, ¿no?

4. He estado en un concierto de fados y había un manantial de cerveza, un afluente del río Sagres, unas cataratas de Cruzcampo, muy bien organizada estaba la cosa, sí si.

5. Nunca llegaré a Carrefour a comprar una placa de cocina, porque no puedo, está demasiado lejos. Y porque no tengo tiempo.

6. Encuentro que la energía de los demás está bajo mínimos, y la mía sube y sube. Me he comprado unas botas de las de correr, con bordados y flores. Y soy como una niña de cuatro años que no sabe atarse los cordones, si no es por aquí pero tampoco es por aquí, que si a la derecha que si a la izquierda, que si este es más largo que este, que si muy bien pero ahora dónde meto el pie, qué trabajo, y los deportistas ¿qué hacen?

7. Que estoy diciendo tonterías y me tengo que ir. Adiós.



lunes, noviembre 21

 
Esta es la historia de C.

Lo asociaré para siempre con el deseo que sentía por él, algo tan físico y tan fuerte que me dolía. A veces tenía ganas de gritar. Era como tirarse de un avión.

Era rubio y grande. Un gran hombre en muchos sentidos. Mucho rubio. Y rubio brillante. Un sentido del humor así hay que mimarlo, concederle todos los caprichos.

Lo que más me empujaba del avión era su pelo. Le caía por los hombros de una forma muy extraña y Dios, era lo más bello que he visto nunca. Era como la limonada, o como una luz envolvente y poderosa, el fluorescente que hace que el pollito salga del huevo.

Y así fue que yo, que tenía el carnet recién sacado en estos temas, me instalé en la autopista del deseo, sin reservas, con la radio a tope y sin parar. Y me funcionó. Conseguí llegar hasta el final con él.

Con los primeros efectos del alcohol y al encontrar de repente mis dos manos deslizándose por su pelo, sentí euforia. Y más tarde, en el mismo bar, sentí otros deslizamientos de manos, de las suyas, tan grandes, por sitios todavía mejores. Corto algunos planos aquí para llegar antes a lo que voy, pero conservo todos esos planos para mí, en una oscura sala de cine en mi mente, sin tijeretazos. Y ahora a lo que voy. Pues resulta que ya en la cama, en movimiento y sin frenos ante mí, C. era como una aplanadora. O una hormigonera, no sé, en todo caso un vehículo muy pesado, y uno que no querrías que te atropellara. Algo más risueño que la aplanadora, y menos ruidoso que la hormigonera, pero no, no, yo no me esperaba eso. Vehiculó su amor y en seguida descubrí que también roncaba como un camionero.

No hubo muchos motivos para seguir juntos, y no seguimos juntos. Yo sí hubiera querido, aún sin motivos.

C. es de los hombres más brillantes que he conocido, y además le ha ido bien en la vida. Aunque claro, no lo puedo poner en un pedestal, por todo lo que acabo de contar y porque probablemente lo rompería. Ya os dije, era mucho rubio.

Ahora, muchos años después, según me han dicho, está obeso.

( Guardo para mí si esto es un relato corto o si es real. Mejor así. Mi secreto. :) )



viernes, noviembre 18

 
De mi viaje de vuelta a Sevilla no puedo contar nada de taxis pagados por la Renfe ni misteriosos hombres haciendo de ángeles guardianes, pero sí puedo contar que antes de subirme a un tren que se llamaba el Virgen Pendolino - en serio, que se llamaba así, bueno, Virgin con i no con e, pero Pendolino como lo lees - me subí a un autobús y realizé una pequeña intervención en el paisaje que me hizo sentir muy bien.

En la pared del autobús justo detrás de donde se sienta el conductor había una gran pegatina oficial que ponía:

HANK YOU FOR
OT SMOKING

Bueno, una gran pegatina al que le faltaba un trozo, porque se supone que originalmente ponía "THANK YOU FOR NOT SMOKING", o sea, "GRACIAS POR NO FUMAR".

Pero yo tenía otras ideas para esa pegatina y antes de bajarme y arriesgando ser vista a través del enorme espejo del conductor que estaba apuntando hacia mí, y siendo efectivamente vista (ups) por dos policías que estaban en la acera muy cerca del autobús cuando paramos, saqué un pilot del bolsillo y con mucha determinación completé la pegatina para que pusiera

THANK YOU FOR
POT SMOKING

o sea, GRACIAS POR FUMAR PORROS. Y oye, me sentía muy bien el resto del día.

Quiero hacer intervenciones en vallas publicitarias por Sevilla porque muchas veces pienso en comentarios que me gustaría hacer, oh, no en gran escala, simplemente con un rotulador en el cristal del mismo anuncio, como por ejemplo ese de una crema anticelulitis que dice "Ahora me puedo poner mis vaqueros de hace diez años" y la señora lleva un tipo de vaqueros que no existían hace diez años, o sea, llamar la atención a la falsedad de los anuncios, o lo que sea, divertirme, vaya. Tengo que llevar un buen rotulador en el bolso, o mejor varios, unos más gordos, otros más finos, equiparme bien, porque francamente no se cambia el sistema con un pilot.

Bueno, aquí estoy en el Virgin Pendolino:



Luego estuve en un avión, y ahora estoy en Sevilla. Hic.



domingo, noviembre 13

 
Tengo un problema, y creo que entre otras cosas y otros problemas es lo que me ha colocado donde estoy hoy, o sea, en esta mierda.

Lo que yo hago (hace algún tiempo que di con la forma de explicarlo), y lo que he hecho desde siempre, desde muy pequeña, es que cuando toda la gente va por un lado, a un sitio, yo voy por el otro lado a otro sitio, porque es que no lo puedo evitar, es más fuerte que yo.

Y ahora he dado con otra imagen de lo que hago. En la vida hay posibilidades, cosas que puedes hacer. Son como puertas por las que puedes pasar. Y detrás de esas puertas hay cosas que ya existen, cosas normales, cosas que hace la gente en la vida. Y yo estoy de cara a una pared y veo que tengo una puerta a mi derecha y otra puerta a mi izquierda. Y tengo una idea de lo que quiero hacer, y no es lo que hay ni detrás de la puerta A, ni detrás de la puerta B. Entonces en vez de decantar por la puerta A o la puerta B, que sería lo normal, lo que yo hago es embestir con la cabeza hasta hacer un agujero en la pared por donde me puedo meter, y por ahí me meto, y consigo lo que quiero.

Con el consiguiente desgaste craneal, claro está.

Y con la consiguiente soledad también, porque todos los demás están en las habitaciones detrás de las puertas y yo estoy sola en un hueco rodeada de ladrillos rotos.

Y con muchas dificultades para salir.



martes, noviembre 8

 
Esperando el autobús te das cuenta de cosas. Y yo me he dado cuenta de que los banquitos que hay en las paradas de autobús aquí son el fruto de un concurso público para diseñadores sádicos y/o malintencionados. Hay varios modelos:

Modelo nº 1: El modelo "Encoge tu trasero y cabe aquí si puedes".



Modelo nº 2: El modelo "Siéntate a mi lado, siéntete enano".



Modelo nº 3: El modelo "Deslízate por los tubos y cáete al suelo".



Y, por su sencillez y facilidad de uso, el ganador final del concurso, modelo nº 4 : el fantástico banquito "Métete una descarga eléctrica por el culo".



Ya véis, bancos para todos los gustos... pero sólo para masoquistas ... y encima llueve... snif ... y no viene el autobús...



viernes, noviembre 4

 
Lo que no me pase a mí ..... segunda parte.

El viaje. El miércoles. El avión salía para Liverpool desde Granada a las 9 de la noche, y cogí un tren que iba de Sevilla a Granada a las 4 de la tarde. Ya sabía que era un poco justo, pero llegaba dos horas antes de salir el vuelo y teóricamente me daba tiempo de sobra para llegar al aeropuerto. Si no, pues era un riesgo calculado y punto.

A unos 20 minutos de Sevilla el tren para. Luego para otra vez, y otra, y otra. Oh no. Luego nos anuncian un retraso de una hora: el maquinista está indispuesto y están esperando un sustituto, que tardará una hora en llegar. Me pongo a calcular: si llegamos con una hora de retraso, cojo un taxi y llego al aeropuerto a tiempo. Si el retraso es de una hora y cuarto, perderé el vuelo, y en ese caso prefiero bajarme y volver a Sevilla, ya buscaría un vuelo para el día siguiente, lo que no quiero hacer es llegar a Granada, perder el vuelo y tener que dormir allí y esperar allí hasta la noche siguiente para coger otro vuelo.

Así que... voy a ver qué retraso llevamos. Después de 40 minutos, echamos a andar, ¡estupendo!, ah, pero hacia atrás. Si nos vamos a Sevilla, me quedo allí.... 10 minutos más tarde, paramos y echamos a andar hacia adelante. Cogemos velocidad. Entonces le pregunto al revisor que si nos vamos de verdad, y me dice que sí, y le pregunto cuando vamos a llegar a Granada y me dice que con una hora de retraso. Un poco menos de una hora. Le expongo mi situación. Todo bajo control, porque vamos a llegar a tiempo.

Pasan 15 minutos y el tren zozobra, sigue un poco más y se queda parado. Pasan los minutos, pasan muchos minutos. El revisor ha desaparecido. No hay nadie. Estamos en Arahal, el pueblo de MariPaz. Después de un rato ya no sé si bajarme o no y me acerco a dos señores que tienen pinta de detectives, que hablan mucho y muy agitadamente por los móviles, pero que sé que son del tren porque han entrado antes en la cabina del maquinista. Les explico lo del vuelo y que cuánto retraso llevamos porque si va a ser más de una hora y cuarto me voy a bajar en la siguiente y me vuelvo a Sevilla. Me dicen que vamos a llegar a Granada a las 9, con dos horas de retraso. Ah, me bajaré entonces. Sacan de la manga un horario de trenes, mire, puede coger este tren, o este, nosotros hablaremos con el revisor para que no tengas problemas, no tendrás que pagar el billete. Pero pensándolo, ¿no preferirías coger un taxi a Granada, para no tener que perder el vuelo?, "claro, pero.... ¿quién lo paga?" "Paga Renfe, y se llega rápido, es todo autopista", "ah, pues ¡vale!, pues muchas gracias." (esto es un poco surrealista, pienso).

Los señores se bajan del tren conmigo en el siguiente pueblo, que es Marchena, el pueblo de Pastora. Han llamado con sus móviles a un taxi y uno de ellos espera conmigo. Me han dicho que yo no tendré que pagar el taxi, que ya va pagado. Y que llegaré en hora y media, o sea que tendré tiempo de sobra antes de coger el avión.

Y así, charlando, esperamos media hora antes de que llegue el taxi. Los señores le dicen algo al taxista, yo me meto dentro y me voy, ¡adiós, señores!, ¡adiós, tren parado, maquinista enfermo! (que por cierto lo primero que cruza con el taxi es una UVImóvil, ¿para el maquinista?).

Salimos para Granada a toda leche. A los diez minutos o así se me ocurre decirle al taxista, bueno, qué detalle de la Renfe, ¿verdad? pagarme el taxi. "¿¿Pagarte el taxi??" dice el taxista, extrañadísimo. "¿¿Te han dicho que te pagan el taxi?? ¡¡A mí no me han dicho nada de eso!!" Pues... sí... y me lo han dicho muy claro, yo me aseguré porque, no quería malentendidos. El taxista muy extrañado, "¿¿Pero quién te dijo eso??" "Pues esos dos señores".. "¿Y quienes son esos dos señores?" "Pues ... eran ... " Buena pregunta. ¿¿¿Quiénes eran esos dos señores??? ¡¡¡Pues ni idea!!!

El taxista se pone a hacer llamadas. Llama a la estación, llama a la Renfe, llama al otro taxista, a la central. Nadie coge el teléfono, o nadie sabe nada.

Finalmente habla con los de la estación de Marchena, y ellos no saben nada pero pueden ir a ir a preguntárselo a los del tren, que a todas luces sigue allí en la estación. A los 5 minutos vuelven a llamar y... no hay problema, no hay que pagar nada, lo paga la Renfe.

Uf, qué susto. Y ahora otro susto. Miro la velocidad del taxi, miro los kilómetros que faltan para Granada (200), pienso en la hora en que van a cerrar el vuelo y ..... joder qué justos vamos. Si seguimos entre 120 y 130 como vamos ahora sin aminorar de aquí a Granada, llegaremos 5 minutos antes de que cierren el vuelo. Joder, joder, joder. Si lo sé no vengo. Yo no necesito esto. De verdad, me habría vuelto a Sevilla. Así dormiría en mi cama esta noche.

En ese estado incierto sigo una hora y diez minutos más. El cierre del vuelo es a las 8,30, y llegamos a las puertas del aeropuerto a las 8,24. Corro como una loca a través de la multitud que está en mi mesa de check-in, llego, la pantalla pone Liverpool pero justo en el momento que planto el pie en el suelo y la mano en la mesa cambia y pone Cerrado.

Claro que me dejan facturar. Todos los que van en los otros vuelos y que querían facturar antes que yo me miran muy mal, la despistada, la desastre, la que se ha colado.

El avión despegó y aterrizó absolutamente puntual. Lo conseguí. Surrealismo total, pero llegué. ¿Cómo lo he conseguido? Tengo dudas. ¿Normalmente la Renfe pagan taxis de más de 200 kilómetros por un retraso? Digo yo que no, en un tren que va con tan poco margen. Y sobre todo, ¿quiénes eran esos dos señores?





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