"El jefe de la policía", dice mi taxista Enver, la idea para que yo encuentre hotel parece ser buscar al jefe de la policía de Himara, "¿El jefe de la policía se ocupa de estas cosas?" pienso yo, pero nada me sorprende ya, todo en este país es surrealista. Ya estamos en Himara, un pueblo pequeño de bloques de pisos que ya están arruinados antes de terminar de construirse, y veo la magnitud del problema: no hay hoteles, en una vuelta en el taxi por el pueblo veo un total de dos hoteles, de dudosa pinta (aunque eso no me importa ya) con toallas de playa colgadas en todos los balcones, o sea llenos. No acabo de entender muy bien qué pinta el jefe de la policía en todo esto, hasta que nos lo encontramos por la calle. "¡Hombre, qué pasa!?" "¿Qué tal, tío"? "¡Muy bien, y a ti, ¿cómo te va, colega?" Ah... es que son amigos. Enver le expone mi problema y el jefe empieza a llamar por el móvil. "¡Hotel, s'ka problem!" me dice Enver. "¡Vamos a tomar una cerveza!"
Enver, el jefe de la policía y yo nos sentamos en la terraza de un cutrebar, en la planta baja de un bloque de pisos sin terminar. El jefe de policía no para de hacer gestiones con el móvil, ahora él llama, ahora le llaman a él... parece que conoce a todo el pueblo y que todos se están llamando entre ellos para ver quién puede encontrar una habitación libre. No tarda mucho en cerrar el negocio, s'ka problem, ya tenemos hotel, "cerca del puerto", ¡vámonos!
Por aquí no veo ningún hotel, bueno, no importa, yo me fío. Primero vamos al puerto, pone "POLICÍA, NO PASAR" y por allí pasamos (porque claro, vamos con un policía). Una muchacha joven baja de la montaña y nos saluda a todos, parece que ella nos va a llevar.
Pasamos por la parte de atrás del puerto, edificio triste todo rodeado de escombros y cascotes y mierdas,
y empezamos a subir la montaña, de piedra en piedra (aquí nos deja el jefe de policía, misión cumplida),
subimos, ya estamos viendo el mar desde arriba, hostias, y un búnker, a primera vista parece una roca pero no, es un búnker,
seguimos, menos mal (porque lo que me faltaba era tener que pasar la noche en un búnker),
pero ¿cómo puede haber un hotel por aquí? O esto es un atajo y el hotelito rural está al otro lado del bosque, o... no sé, esto es muy raro, menos mal que tengo mi ángel de la guarda Enver a mi lado acarreando mi equipaje y la chica me puede explicar alguna cosa en su inglés del colegio, aunque la verdad es que no entiendo mucho...
finalmente, el jardín,
y ... ¡una casucha de cemento con la bandera albanesa ondeando en el techo!
Me enseñan una habitación, me parece estupenda porque ahora mismo cualquier cosa que no sea un búnker me parecería estupenda, su madre aparece, me enseñan el salón, etc., me imagino que esto es la casa de la familia pero no, es todo para mí, una casucha de cemento para mí sola.
Úf, lo he conseguido... le doy dinero a todo el mundo, Enver se va, me da su número de teléfono (aunque no sé cuándo le voy a llamar, bueno, ya le pondré algún mensaje quizás, lleno de argot y abreviaturas en albanés, sk prblm, en un mundo perfecto sería capaz, en el mundo real... pues no), ahora ¿qué voy a hacer, sin Enver a mi lado? Iona (la chica) se muestra dispuesta a acompañarme a todos lados. Tengo que comer, pero le digo que creo que puedo bajar al pueblo sola. Vamos allá:
Bajo al pueblo, saltando de piedra en piedra, intentando no perderme en el bosque, y me como una de las mejores comidas de mi vida en una de las muchas terrazas que bordean la playa, es asombroso lo bien que se come en Albania, con ingredientes de primera y recetas albanesas, italianas, griegas y de todo. Tengo la cabeza como un bombo y ni me entra una cerveza, bebo agua (a veces pasa). Estoy cansadísima. Subo a dormir la siesta, que ni puedo dormir porque estoy tan agotada y alucinada, y pendiente de que venga Iona para vaciar la lavadora y llevarme a la playa. Por suerte, nada más tumbarme aparece, vacía la lavadora pero no me lleva a la playa, le digo que no hace falta que me acompañe, puedo ir sola, creo que es un alivio para las dos, es muy simpática pero no sé de qué hablaría en la playa toda la tarde con ella, así puedo dormir tranquila (pero no puedo) (pero da igual), descanso, (esto es el salón de la casa), un poco más tarde bajo al pueblo para mironearlo e investigar y ver lo que hay (definitivamente no hay nada, es un espanto), y estar en la playa un ratito.
Pues eso, Himara es un pueblo de pocas calles, desmoronándose y construyéndose por partes iguales, sin infraestructuras, totalmente sin tocar por el turismo de fuera, pero sí con sus anuncios de Vodafone y su música de discoteca (pumba pumba) que emana a todo volumen de un chiringuito en la arena. Estos son los edificios que hay en primera línea de playa:
también estos:
Es muy surrealista. Hasta la playa es surrealista:
Y la zona, cuando te das un paseo, es extraña: una mezcla de casas abandonadas a pie de playa, otras despedazadas en algún motín histórico, antenas parabólicas, obras sin terminar, cimientos olvidados, hierros que salen del suelo, alguna construcción de lujo con paneles solares, bares, cientos de ellos, tienduchas, úy, ¡mira el jefe de policía!, nos saludamos efusivamente, yo voy por la calle y él está... en un bar tomando algo con los colegas... Pero hay que ir con mucho cuidado, soy la cenicientas de Himara y no se me puede hacer de noche, voy munida de mi linterna por si acaso pero no me gustaría tener que subir por esa montaña por la noche, por lo visto hay otro acceso, una carretera o algo que debe de estar detrás de la casa de la familia, que está detrás de la mía, subiendo la montaña un poco más, pero no sé dónde está, debe de estar lejos y además ¿cómo la encuentro?, ¿cómo pregunto? Se me está yendo la luz, compro dos o tres cosillas en una tienda y subo enérgicamente por el peñasco, dejando el pueblo abajo con sus escombros y su pumba pumba,
De vuelta en la casucha, me siento un ratito en el patio escribiendo el diario hasta que se va la luz del todo y luego ceno pobremente, sentada en el sofá a la luz de la bombilla pelada del pasillo (porque la bombilla pelada del salón no funciona). El crepúsculo también trae otra cosa, oigo unos cencerros, ¿esto qué será?, cuando miro fuera alguien está trayendo cabras, que deja en el claro delante de mi jardín, allí están, rodeando mi casa, subiéndose a las rocas y diciendo beee beee, pues mira, algo de compañía tengo para mi (primera y) última noche en Himara (eso y el pumba pumba que se oye desde la playa y no me deja dormir.) Quiero salir de aquí. No pasa nada, mañana a primera hora salgo, Iona viene a recogerme y llevarme donde el autobús a las 9, mañana voy a Saranda y sólo puedo pensar en el buen hotel donde voy a ir, la normalidad, mañana, ¿sí?, sí, por favor.............