Tres días de reuniones importantes, de cariño con personas, de sentirme bien, de un examen del que salí muy preocupada y me fui a casa, de repetidas cervezas, de dormir poco pocochino, de oír música hippie, de crear cosas con las puntas de mis neuronas y de ser cantante de fados, me siento como un zumo natural de naranja (donde yo soy la naranja), como una tetería sin tetas, y me voy a dormir, 36 horas.