Agosto se acaba se supone pero estamos en ella todavía, sí, estamos en agosto más que nunca. Dios aprieta pero no ahoga, y ve que podemos aguantar unos diítas todavía. Y a modo de regalo absurdo, como una limosnita, o para quedarse con nosotros, nos ha mandado un poco de lluvia hoy, sí, a veces llueve en Sevilla en agosto, no es imposible, llovió en agosto del '92 y ha llovido hoy cuando he ido a comprar el pan. He abierto los brazos y he girado la cara hacia arriba para disfrutarlo al máximo y se ha reido de mí un tío alto y guapo, hoy la suerte me sonríe.
Más abajo en este post hay un adivina adivinanza y podéis ganar fabulosos premios, así que no paréis de leer. Hoy puede ser tu día.
Ayer no lo fue precisamente para mí, sin mis comentarios en el blog, pasé de escribir y todo, ayer me pasaron muchas tonterías de estas que te pasan cuando no es tu día, trabajé todo el día en cosas muy aburridas y me dejó hecha polvo, y luego fui a comprar el periódico y algo para cenar, y en un supermercado que antes era el Más y Más y Más, luego el Más y Más, y que ahora es el Más (para daros una idea de su decadencia), compré una bandeja de champiñones podridos (sin saber que estaban podridos, claro, eso hubiera sido el colmo, comparlos sabiendo) y al comprar la bandeja de champiñones podridos dejé el periódico en el Más, sí, sacrifiqué el periódico por una bandeja de champiñones podridos pero ya que los había comprado tenía que comerlos, yo soy muy terca, así que al mediodía arroz con salsa de almendras y champiñones podridos, por la noche crema de champiñones podridos, al día siguiente tortilla de champiñones podridos ... y será así hasta acabar con ellos por las buenas o por las malas.
Mi último amante (que en paz descanse) que lleva tanto tiempo desconectado de mí me pone un mensaje para decirme que está en la playa, desconectandose, no sé porqué me mensajea ahora después de tantos días, cuando estaba aprendiendo por enésima vez a pasar de él, y yo le contesté y tenía que borrarlo todo varias veces porque todo quedaba fatal, supongo que yo ponía las mismas cosas que todas las otras veces pero no sé, "diviértete" por ejemplo quedaba fatal, era como decirle vete a tomar viento, todo quedaba así pero supongo que es mi propia interpretación de mis propias inocentes palabras, que quizás no lo eran.
He leido otro de los diarios de mis 18 años, bueno, ya tenía 19 y era una especie de huracán que es mejor evitar poniendo barreras y obstáculos, hombres y mujeres hacían mejor en evitarme, me castigaban por mis malas acciones pero como yo era tan buena persona y tan tonta y no le quería mal a nadie los castigos nunca duraban mucho, vivía en una casa con dos amigas (a veces, enemigas otras), y mi principal hobby era hacer mi propia cerveza y quedarme más borracha que una cuba, las fiestas eran buenas y muchas, el vecino del nº 23 era omnipresente pero cada vez que perdía al vecino de vista me iba a ligar por ahi, siempre había alguien disponible y deseoso, siempre, en todas partes, era fácil, fácil, fácil hacerlo. Demasiado. El vecino del nº 23 era mi mejor amigo, aparte de otras cosas, pero fue en ese momento que empecé a coger un poco de pánico a la dependencia, quería estar libre, yo no soportaba depender de alguien, necesitar a alguien o echar a alguien de menos, y empecé a cortar lazos desde dentro, empecé a hacerme fuerte. Qué pena, ¿verdad? no debí hacerlo quizás. Si no lo hubiera hecho, luego después hubiera estado en pareja con veintipocos años y me hubiera casado como todo el mundo, pero yo en vez de eso me hice dura y resistente, yo que era una persona dócil, suave, tierna y apasionada (y tonta) en mi estado natural. Fue en esos tiempos que empezó mi aprendizaje y mi cambio. Y ahora - ahora, dos décadas después, mecachis - pienso que he vuelto a recuperar bastante de lo que perdí y me encuentro en un momento de mi vida en que tengo ternura y pasión, cariño y dependencia otra vez, por fin he salido del túnel en ese aspecto. Pienso que soy capaz de una gran frialdad a veces, para sobreponerme a las cosas, porque ya aprendí a hacerlo y eso no te deja, pero que a la vez, gracias a Diós, ahora soy una persona apasionada que dice lo que piensa y llora y se cabrea, como siempre fui en el fondo. Es una pena que tengamos que ir pisoteando nuestros mejores y más naturales sentimientos si queremos mantener la entereza y la dignidad en esta vida.
Pero bueno, estaba en aquel momento en el segundo curso de la universidad y todavía predominaba en mí el desmelene, el ímpetu, el amor al prójimo (a muchos prójimos, todos al mismo tiempo) y la experimentación (no con drogas).
Adivina, adivinanza, os he hablado del vecino del nº 23, pues he encontrado esta divertida foto de una fiesta de disfraces de brujas y fantasmas, aquí estoy con ambos tres vecinos del nº 23, era un piso de estudiantes y vivían tres de ellos en el nº 23, aquí están todos. A ver si sois capaces de adivinarlo, ¿cuál de los tres fue mi amante, la momia con el globo en la cabeza, el espantajo de la cara verde, o El Zorro?