Pues aquí estoy, en la Playa de la Victoria de Cádiz. Me gustaría escribir que la victoria ha sido mía, la victoria sobre el bikini y el bañador, te quiero decir, pero no, no puedo escribir eso, el combate con dichas prendas ha sido duro y encarnizado y no puedo decir que he ganado, no, pero todavía tengo el bañador brasileño, voy a luchar con él mañana, a ver qué tal. Pues, aspectos de Cádiz:
PLAYA: El jueves, ayer, el día que llegué, bajé yo sola a la playa un ratito y oh, qué horror, ¿el 15 de agosto es fiesta o algo? Había tal densidad de gente que se parecía a una foto hecha con teleobjetivo para aplanar la perspectiva y amontonar las cosas una sobre otra, creo que nunca he visto tal abigarramiento en una playa. Llevaba el famoso bikini, sí, ese que tendría que desguazar ya pero que no quiero. Pues el pobre bikini, sin una pizca de elástico e intentando quedarse agarrado a mi persona con la fuerza de su imaginación, ir a bañarme ni hablar, imposible levantarme, agacharme o moverme de cualquier otra manera. Después de un rato me di cuenta de que la gente me miraba y sé que es porque el bikini quedaba horrible, porque yo - y supongo que todo el mundo - cuando me quedo mirándole a alguien en la playa nunca es por nada bueno, yo sólo me quedo mirando a alguien si estoy pensando "qué gordo", "qué blanca", "qué bañador más feo" o "vaya pareja de idiotas que parece que se están desparasitando". Bueno, creo que aguanté una horita antes de volver a casa medio tarumba con el calor. Ah, y di un paseo por la orilla estrujando la toalla contra mi pecho, muy refrescante.
Y hoy, bastante mejor, muy divertida la playa, de verdad. Fui con Eduardo en la moto a una zona más lejos y menos concurrida, y nos pusimos justamente en un sitio donde no había nadie en medio kilómetro a la redonda, era un poco sospechoso porque sí había multitudes en todas partes pero en ese sitio no había nadie, miramos a ver si había alguna salida de aguas fecales o colonia de cocodrilos y nada, no vimos nada y nos sentamos allí muy contentos y apartados con nuestra sombrilla y nuestros periódicos. Lo que sí pasaba es que al no haber nadie más allí que nosotros resaltábamos como una boya en mar abierto o un faro en la noche y resulta que un equipo de diez deportistas que hacían algún tipo de entrenamiento nos usaban como punto de referencia, o sea que venía toda la pandilla de diez corriendo y parecía que nos iban a atropellar y luego nos rodeaban casi pisando las toallas y echaban a correr para el otro lado otra vez, mientras yo emitía unas carcajadas tremendas y Eduardo otras carcajadas más discretas, y así una y otra vez, incluso una vez se quedaron a dar dos o tres vueltas alrededor de nosotros, bueno, luego se cansaron y no volvieron más. Y el bañador, pues me puse un bañador hoy porque me daba vergüenza ponerme el bikini estando acompañada, pero luego resulta que el bañador era peor que el bikini y hoy justamente decidió que iba a dejar de ser un bañador normal y pasar a una fase de bañador premamá, pero no sólo premamá en la barriga sino por todos lados, pues eso, ni chispa de elástico tampoco, y encima se me deshacía en goma líquida por los hombros. Sentada tranquilamente en la toalla no pasaba nada pero cuando de repente se levantó el viento y se llevó a nuestra sombrilla con una velocidad y una fuerza inusitadas y yo tuve que ir corriendo detrás (con Eduardo tan contento chapoteando en el mar y mirando el horizonte cuando pasaba todo esto, jó, todo me pasa a mí), pues imagínense el espectáculo. Al final la atraparon unas señoras pero a mi bañador no lo atrapó nadie y siguió aleteando al viento un buen rato y atrayendo las miradas de todos los presentes, que ya había unos cuantos congregados.
Y mañana me pondré el bañador brasileno. El bañador brasileño no me lo pongo nunca porque es tela de sexy y tela de chico, es como dos o tres tallas demasiado estrecho con lo cual ya no te sientes tan fantástica. Pues ya os contaré. Con fotos quizás .... (hoy naturalmente no hubo...)
VIDA NOCTURNA: Mi amigo Edu es fotógrafo y a veces le encargan trabajos nocturno-culturales y anoche tuvo que fotografiar a un señor que tocaba la guitarra en un salón lleno de señoras abanicándose, y después un concierto de Rocío Jurado, así que fue Jueves Cultural total, sin serlo. También tapeamos y cerveceamos y descubrimos una terraza tela de bonita en el Barrio de la Tiña, perdón, de la Viña, aquí una foto:
El único precio que había que pagar para sentarse en ese sitio que parecía un decorado de cine era comer, tenías que comer algo, no teníamos más hambre así que pedimos lo más barato que había, que era una ensalada, y resultó ser una ensalada castigo, 1% tomate, 1% cebolla y 98% lechuga, comimos lo que pudimos del castigo especial de la casa.
Ah, e iba a decir algo sobre mi tema favorito, pues cuando yo vengo aquí a Cádiz (¿una vez al año?) Eduardo y yo nos movemos en moto y es lo más bonito, mirar el mar al pasar, Cádiz tan marinero y decadente y tan parecido a La Habana, con o sin James Bond, con la brisa en el pelo y esa sensación de libertad que te da recorrerlo en moto, es precioso, y lo mejor es que soy una desmemoriada y nunca me acuerdo de que nos movemos en moto y me sorprendo cada vez y es una experiencia nueva. Y bueno, con esto de la ola de calor únicamente he traido minifaldas, imaginaros, pinta de motera total, y anoche en las misiones fotográficas-cerveceras parriba y pabajo y sobre todo subiéndome y bajándome de la moto con inmensa dificultad, pues todo Cádiz ha visto mis bragas. Ah, excepto Eduardo que iba delante, claro.
Jejeje, más crónicas gaditanas mañana, cuando vamos a llevar una salchicha y un mechero a la megabarbacoa que se hace cada año en la playa.