domingo, 27 de abril de 2003

 

Domingo 27 Abril200003
pau365@hotmail.com

Oleoleoleole.
Oleole.
Ole.
En vez de dedicarme a tranquilos pasatiempos como hacer el trabajo que tengo que entregar mañana por la mañana a primera hora o seguir con mi interestantísma inexistente página web, he pasado toda la tarde en la Feria bebieeeeeendo con mi hermana Lumière.
Ji, ji, ji.
Pues en realidad no hay Feria todavía pero considerando que no hay Feria, vaya ambientazo. Tanto que ahora tengo dolor de cabeza por la mucha cervecita, mucha manzanilla, mucho rebujito, mucho jamón, mucho langostino, mucha paella y el mucho reirme. Pues yo creo que sí hay Feria, o algo parecido por lo menos.
Mi hermana Lumière está feliz escribiendo su novela y yo recuerdo la última vez que estuve feliz escribiendo una novela, tenía 11 años, igual que ella ahora yo vivía totalmente obsesionada con mi novela, en un mundo maravilloso, vivía dos realidades, podía escaparme de una para meterme en la otra cuando yo quería y era supercreativa. Me gustaría ser supercreativa ahora pero creo que sólo consigo ser supercretina, bueno, ni eso, no, ni fú ni fá consigo ser ahora. Y sigo haciendo planes con gente porque sé que es la única manera de posiblemente crear algo, y mi hermana y yo vamos a presentarnos a lo de los recitales de poesía en la Imperdible (aunque de nuestra manera, claro) (con o sin chipirones, o algo así) (bueno, esta vez lo haremos sobre personas no animales, estamos un poco hasta las narices de los animales), y vamos a exponer en Madrid, a vamos a hacer todas estas cosas que decides hacer siempre cuando estás con alguien con cuatro cervezas encima y que luego no las haces. O sí, quizás, esta vez. Yo quiero escribir algo, yo quiero escribir cuentos de estos perversos, cuentos o algo quiero escribir yo, pero alguien me tiene que decir, escríbeme un cuento sobre tal cosa, o tal otra, y aún así no sé si lo haría.
Esa es la diferencia, antes cuando alguien me animaba a hacer algo lo hacía. Y ahora se me olvida o paso rápidamente a otras cosas.
Sin embargo, soy capaz. Haré algo, algo haré, sí.
Estuvimos en la caseta de Lolo y Karmele. Y en la caseta de los padres de Carmen. Y en la caseta al lado de la caseta de los padres de Carmen. Y en la caseta de los Vázquez. Y cuando volvamos intentaremos colarnos como el año pasado en la caseta del Ayuntamiento, que es muy maravillosa con sus columnas doradas y que se parece al palacio de Sadam Husein. A ver, a ver qué pasa.
Ah, y me tomé un helado que se llamaba Lujuria y era un horrible palote rosa chicle con una especie de nata asquerosa dentro y era algo totalmente empalagoso y hartante y nunca en mi vida había probado una lujuria así (y además la lujuria verdadera es gratis, ¿seré idiota?). Ya veré qué me parecen los otros seis pecados capitales. Pero no volveré a probar la lujuria en mucho tiempo.

empollado y puesto por Pau 22:19

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